No señores, no me he vuelto
Reggaetonero, tranquilos.
Parece ser el síntoma perfecto para que las pocas palabras que se inventa
este remedo de blogger se junten y formen párrafos agradables para el ojo
altamente critico de ustedes –me levanto y les hago una venia señores- no tengo
como darles una explicación de este extraño acontecimiento, pero les juro que
así pasa.
En realidad este escrito es otra parte
de mi gran y conocido título bloggero Sumergiéndose
un poco en la vida personal del autor… pero no quise ser tan obvio y mamón, por lo
que me he inventado otro lema, que viene siendo lo mismo, aunque con una sola
diferencia, les contaré mi estado de ánimo o de embriaguez (jaqueca
postborrachera) con los que escribí esas
célebres historias.
Espero que disfruten el saber en qué estado estaba cuando escribí mis más
famosas frases con las cuales ustedes han reído, llorado, sangrado, golpeado,
tenido sexo, etcétera. –Disfruto mucho cuando me las doy de divo, ya no les
debe sorprender, es más, este corchete sobra-
Sin más cuentos y sin más chistes, les dejo mi confesionario.
Las flores ya no mojan
cucos: hace poco cumplió
un año esta historia, fue uno de los momentos más difíciles de mi vida
sentimental, recuerdo que con ese detalle no buscaba nada en específico, pero
después de esas respuestas –si es que a “gracias” se le puede llamar una
respuesta, por favor- mis ánimos y ganas de seguir quedaron en el piso. Pensé
que era el acabose, una hecatombe, como lo quieran llamar, pero en realidad era
lo que necesitaba para despertar y darme
cuenta que era lo justo, ya que había obrado de muy mala forma.
Esta historia duró en borrador mucho tiempo ¿la razón? Necesitaba tiempo
para alejar la rabia y resentimiento que dejó esa amarga experiencia, y así
poder entregarles algo que merezca y valga la pena ser leído. Recuerdo que
cuando lo escribí no estaba ebrio, mucho menos melancólico, la emoción perfecta
para describir este momento la llamaría “sentir un fresquito, recordar y sonreír”
si, ese sería el nombre perfecto de lo que sentía.
Al aire sin editar, las
mejores historias se crean en el baño: yo y mis complejos sociales, también pudo
llamarse así esta historia, fue un
momento de liberación, saliendo de la rutina tomando con mi mejor amigo, el
cual vive al otro lado de la ciudad, pero es la persona más sencilla que
ustedes pueden encontrar en ese “distinguido” mundo. Siempre que hacemos ese
plan me quedo en su casa –me asusta lo extremadamente gay que sonó esa frase- y
bueno, el guayabo y el malestar hacen su entrada triunfal al día siguiente.
Buseta con guayabo a las 11 am del domingo, llegar a tu casa en el sur, sin
cielo raso, el cual pareciera que se confabulara con el sol para hacerme pasar un mal y enguayabado
día. Desesperado entro al baño a darme
una ducha –la cual duró como una hora, pero no malpiensen, ya pasé esa etapa- y
con tantas ideas y quejas en mi cabeza,
añadiéndole un despecho eterno, apareció esa particular entrada, que por alguna
razón que en serio desconozco, es la segunda más leída.
Sumergiéndose un poco en la
vida personal del autor: la rabia y el sentimiento de engaño en su máxima expresión, me sentí
utilizado esa vez, ¿Cómo es posible que hablas con una persona por casi un mes
completo, obviamente ambos mostrando intenciones, se conocen, se besan, la
pasan bien y a los dos días se pierde y sale diciéndote que sigue enamorada del
ex? Esa misma noche, después de descargar mi ira (sin perder lo cortés,
obviamente) escribí esto, que sin decirles mentiras, no demoré más de media
hora en prepararlo, creo que fue la primera vez que escribí con tanta ira, sin
poder hacer nada. Fue un día malo, pero al día siguiente la susodicha aparece
en mi puerta con una Jumbo Jet ¿Cómo se le ocurre ah? ¿Una Jumbo? ¿Tengo esa
imagen de chico fácil? El orgullo me duró 15 min, volvimos y ella es la que
alegra mi vida este año, pero esa es otra historia (muy linda por cierto) que
no pienso contarles por acá.
Iban a ser cuatro historias, pero la verdad me dio flojera, la misma que
tengo de concluir esto. Aunque ahora que lo pienso, esto no es una historia, ni
una queja, mucho menos una enseñanza, por ende, no debe tener ningún tipo de
conclusión.
Espero les haya gustado saber cómo me encontraba cuando hice las entradas
mas leídas de mi poco conocido blog, es raro dejar las cosas inconclusas y más
cuando viene de alguien que nunca deja de hablar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario