Ustedes haciéndome famoso

lunes, 2 de abril de 2012

“Siempre quise ser un barra brava”

En la vida del colombiano promedio –insisto en creer que tengo un problema social bien pronunciado- existen y existirán una serie de sueños frustrados o metas que nunca alcanzaremos a lograr por las vías comunes que todos conocemos  y las cuales empezamos a recorrer (estudiar, trabajar  y esas cosas básicas) hasta que nos damos cuenta que se nos acabó el tiempo y sólo hicimos una cuarta parte de lo que en nuestra mente de pubertos (o inmaduros como prefieran llamarse) soñábamos y anhelábamos hacer.

¿Pero qué tiene que ver esto con las muy reconocidas y siempre queridas barras bravas? ¿Por qué meterse con ellos, si la guerrean igual o aún más que nosotros? En realidad, no me voy a meter con ellos –los únicos que la verán verde acá son esos fanáticos sin razón alguna que una vez ya mencioné- todo lo contrario, me parecen de lo mejor,  o ¿quién no sería feliz recorriendo medio país o medio continente (depende del equipo que sigas) sin preocupaciones, sin dinero, solo sonriendo y luchándola por acompañar en todo lugar a tu color favorito? Pues yo sí, y no me cambiaría por nada del mundo si me hubiese tocado  ese estilo de vida.
 
De hecho en mi época del 5 contra 1 (todos la tuvimos, no vengan con mojigaterias) solía ser un miembro selecto  de la “avalancha tiburona norte” –eran épocas doradas, de hecho fuimos campeones en ese año, ah y lo de selecto es mentira no me crean- pero nunca gocé de los beneficios de vivir sólo por un color, pedir plata para poder entrar al estadio, gritar y saltar hasta quedarse sin voz y esas cosas que sólo se pueden hacer en ese ámbito. Tenía si mal no recuerdo 15 años, no dejaba mis chavitos* rojos en ningún lado –juraba que me veía hermoso, gracias a Dios de eso no hay fotos- me iba en Dacia* y me devolvía a mi casa caminando  con mi grupo de amigos tomando gaseosa y comiendo pan – ¿ahora entienden mi gran admiración hacia éste grupo de personas? – ¡eso era vida!  Los años fueron pasando y tuve que acatar ya sea a las buenas o a las malas (no quieren ser el único hijo varón de una madre que le tocó sola ¡créanme!) que ese no era el estilo de vida que debía seguir. “Tienes que ser alguien en la vida Alejandro” eran y son las sabias palabras de la señora Dennis  que siempre esperaba impaciente en la puerta de la casa mi llegada.

A veces me cuestiono a mí mismo preguntándome: ¿en qué parte del país estaría, o atrás de que camión vendría viajando si fuera parte de una  barra brava? –de solo pensar esa pregunta es imposible contener la risa, yo no sirvo para eso-  pero llego a la conclusión que no es nada fácil, la verdad no me imagino corriendo o defendiendo a muerte unos colores, teniendo una ideología de “solo aceptar a los de mi equipo”, pasando hambre muchas veces, haciendo mil esfuerzos por conseguir la entrada al estadio o un viaje a cualquier lugar donde juegue tu equipo, eso no es para todo mundo, es pa´machos como dirían por ahí o para desadaptados, como seguramente mas de una abuelita colombiana piensa.

¿Que me tocó a mi? Matarme en una oficina por un año para disfrutar sólo 15 días, al igual que muchos de ustedes que tal vez no se encuentren conformes con su estilo o forma de vida. A esos que piensan como yo, les brindo una salida, usen esta pasión llamada futbol para realizar así sea en tu mente por 90 minutos lo que tal vez no podremos realizar en toda una vida, ya que a nosotros como colombianos promedios, nos toca acarrear una familia que lo ultimo que espera de nosotros, es vernos rascar la barriga esperando cada domingo para ver a nuestro color correr tras un balón.

Chavitos: los ahora tan populares Chuck Taylor de la marca Converse, que para esa época (2004 mas o menos) no contaba con le poder adquisitivo para comprar la marca, entonces tocaba comprar “vennus” –la tan temida competencia de Converse y Croydon-

Dacia: dicese de una especie de taxis en via de extinción (no se si estaban solo en Barranquilla o en toda Colombia) que recorren toda una via principal llevando a la gente por la módica y apreciada suma de $500 pesos. Deberían hacer un museo sobre estos queridos autos insisto. 

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